jueves, 15 de marzo de 2007

Hambre y Vergüenza



Tecleo la palabra "hambre" en el Google... He tenido una corazonada, y los resultados me confirman lo que temía.

Las huelgas de hambre están de moda... Y los ocho primeros enlaces a los que te dirige el Gran Buscador ofrecen un gran repaso a casos de indudable interés mundial (oh, sí) como las negativas a comer del etarra De Juana Chaos, de un grupo de serenos de Venezuela o del presidente de Delphi. Poca, muy poca atención a los miles de niños que nacen sin derecho a pan en este Planeta que, visto desde fuera, debe dar auténtica vergüenza.

La noticia más actual sobre el hambre en el mundo (el HAMBRE con mayúsculas, y no su utilización para conseguir un fin, que es un método de protesta que me asquea) la encuentro en Colombia, allá por el noveno registro. Una página Web de noticias (Radio Caracol) tan pronto evidencia con sus informaciones una imagen de progreso en el país (comercio, moda, deportes...) como la desesperación de los indígenas Yukpas, en el departamento del Cesar, porque sus niños están muriendo por cuadros agudos de desnutrición provocados por la escasez a la que han dado lugar los últimos incendios forestales.

Desde diciembre han muerto de hambre en la comunidad 20 niños y los Yukpas siguen enfrentándose a un desabastecimiento total. El Defensor del Pueblo del Cesar, aseguró, que "es vergonzoso que en este país haya niños que aún mueren de hambre". Si yo fuera Defensora del Pueblo en aquella región de lo que me moriría es de vergüenza.

Los niños están sufriendo, en este mismo momento, diarreas y problemas respiratorios completamente evitables. De momento la gobernación del Cesar explicó que suministrará pastillas purificadoras a los indígenas para que solucionen los problemas de abastecimiento de agua.

En fin... Tal vez sea por vergüenza que a los periodistas de todo el mundo les cuesta luchar por llevar estos temas a las portadas. Tal vez sea por vergüenza que los receptores de los medios de comunicación suelen mirar hacia otro lado cuando se les muestra, muy de vez en cuando, la cruda realidad. "¡Siempre a la hora de comer!", suele protestar el aburguesado de turno delante del telediario que, una vez cada mucho tiempo, nos abre los ojos a lo que no queremos ver.

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